Un módico revuelo causaron algunas de las palabras del ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva en
este reportaje (bastante poco incisivo, para mi gusto. Y el patético amonestador mediático
Nelson Castro tampoco estuvo muy brillante, como era de esperar, al entrevistarlo en El Juego Limpio).
Las primeras voces de alarma se escucharon en la blogósfera, por los pagos del
Criador de Gorilas y de nuestro amigo
el Dotor. Ya la cosa cambió de escala con
esta nota de Atilio Borón, correctamente descuartizada por el
Lic. Baleno. Y hoy Norma Giarracca hace
un muy buen aporte desde las ciencias sociales, tratando algunas cuestiones de fondo.
Incursionando por una vez en mi lado profesional
(*), aporto un comentario sobre la nota de Borón. Éste menciona al "célebre (?) Informe Gulbenkian" como "prueba" de que "el viejo paradigma "newtoniano-cartesiano" entró en crisis en las propias (mal llamadas) "ciencias duras". Y cita como uno de los redactores de ese Informe a
Ilya Prigogine, Premio Nobel de Química en 1977, quien tras sus notables aportes a la termodinámica se dedicó a llevar sus nociones de caos, desorden, estructuras disipativas, etc., al nivel de paradigma universal, lo que le valió p.ej. ser entrevistado en el programa de M. Grondona. Y con lo cual (en mi humilde opinión) le abrió un campo fértil a la charlatanería y a múltiples formas de pseudociencia (los interesados pueden leer
este artículo). Flaco favor le hace Borón a las ciencias sociales pretendiendo desacreditar la metodología de las "ciencias duras" con esos argumentos de cuarta.
No veo por qué los que se dedican a las ciencias sociales y humanidades deberían alarmarse por las opiniones de Lino Barañao. Al fin de cuentas, el
Conicet tiene sus áreas y sus respectivas
comisiones de evaluación perfectamente separadas y no se me ocurre que el ministro vaya a meter mano ahí, por más que "a veces los trabajos en sociales le parezcan teología". Más bien habría que fijarse en cuáles son los objetivos de este ascenso de rango de dependencia, de Secretaría a Ministerio. Porque como bien dice Primo Louis en
un comentario al post del Criador, la cosa pasa por otro lado:
Barañao está ahi para otra cosa, el énfasis está puesto en la transferencia. No le importa otra cosa, la gente de ciencia básica también está que trina.
Para entender un poco más del asunto, mejor recurrir a los amigos del
Grupo de Gestión de Políticas de Estado en Ciencia y Tecnología, que suelen tener las cosas bastante claras:
Cristina Fernández de Kirchner / Lino Barañao
La decisión política de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner de crear el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva (CyT) ha sido una medida que jerarquiza al sector, históricamente recluido a nivel de una Secretaría ejecutiva pero
nunca de definición de políticas.
Como todos sabemos, el Dr. Lino Barañao ha sido la persona designada para conducir ese Ministerio. Por el momento no se conoce si para ejecutar sus acciones el nuevo Ministerio de CyT quedará supeditado a las decisiones del GACTEC (Gabinete Científico Tecnológico), o si tendrá independencia en la decisión y ejecución de proyectos y podrá contar con cualquier organismo nacional de CyT para esos menesteres.
De cualquier manera, el nuevo Ministerio seguramente tendrá otro protagonismo en un escenario que suponemos más favorable, con mayor autonomía y con poder de decisión para incidir en los rumbos a tomar. Por manifestaciones públicas de la presidenta Fernández de Kirchner y del ministro Barañao, es claro que la
interacción público-privada (habitualmente subsidiada por el Estado) continuará siendo
uno de los ejes de la políticas en CyT de la nueva administración, como sucedió en el período 2003-2007 en el cual se incorporaron prebendas al sector empresario (Ley 26.270), que complementaron a las definidas en la década del '90 (Ley 23.877).
El problema de esas leyes es que
no son sólo para Pymes (que sería lo razonable) como habitualmente se dice, sino que a esos beneficios pueden acceder empresas de cualquier envergadura y origen de capitales siempre que tengan domicilio legal en el territorio argentino. Es decir, en el marco de esas leyes se pueden otorgar subsidios a quienes no lo necesitan (grandes empresas nacionales y multinacionales).
Este
eje público-privado subsidiado se confirma con la reciente ampliación a 40 millones de pesos del cupo de crédito fiscal (
subsidios) destinado a fomentar la inversión de las empresas en proyectos que involucren CyT; proyecto aprobado recientemente por la Cámara de Senadores que fuera promovido por el ex ministro, Lic. Daniel Filmus (Página/12 del 13-12-07 -
web del Ministerio de CyT).
Sin embargo la jerarquización del sector CyT promovida por la Presidenta de la Nación obviamente no puede quedar supeditado al desarrollo de sólo un sector de la sociedad, sino de todos y, en especial,
del sector público. En efecto, la sociedad, que es quien financia la CyT, debe apropiarse del conocimiento y no ser sólo un espectador marginal del festín de otros.
En ese sentido, en su mensaje ante la Asamblea Legislativa, la Presidenta hizo reiteradas manifestaciones a sus políticas de inclusión social, hecho que permite pensar que el desarrollo de emprendimientos públicos
no va a quedar nuevamente en la nada. Así, fue muy clara cuando dijo:
"Yo no he venido a ser Presidenta de la República para convertirme en gendarme de la rentabilidad de los empresarios; que se olviden".
Un toque de optimismo le han puesto los colegas del Grupo de Gestión al último párrafo. La verdad, yo prefiero ver para creer.
(*) Aclaración: en mi vida pre-blogger fui compañero de estudios de Lino Barañao en Exactas de la UBA, y actualmente sigo siendo doctor en Química (es decir, colega suyo).
Post Scriptum: tras largas meditaciones logré redactar un comentario a
este post de Manolo. Lo agrego acá como aporte.
Manolo:
Muy atinado tu punto de vista. El debate sobre estos asuntos se puede disparar en múltiples direcciones, así que voy a tratar de ir a lo concreto según mi criterio (que todavía lo estoy elaborando). Para mí, la creación del Ministerio apunta sobre todo a darle una mayor escala a lo que ya venía haciendo la Agencia de promoción científica y tecnológica (ver
aquí), que estaba justamente a cargo de Barañao. Y en
la página del Ministerio (clickear en Información Institucional) está el artículo de la ley 26.338 que fija las funciones y objetivos que tiene que cumplir. Está claro que el énfasis está puesto en el desarrollo y la innovación tecnológica para el sector productivo, sobre todo en las 3 áreas famosas (SW, BioT y NanoT). La preocupación del Grupo de Gestión que cité en mi blog parece justificada porque no se dan precisiones sobre proyectos prioritarios a ser desarrollados por los entes públicos.
Igualmente no hay que olvidar que la mayoría de los entes estatales donde se realiza investigación (INTI, INTA, CNEA, CITEFA, CONAE, etc.), además de las Universidades, quedan fuera de la órbita del nuevo Ministerio. La ley establece una coordinación y evaluación de sus actividades por parte del MINCyT, pero es de suponer que sus actividades van a seguir siendo básicamente las mismas. Y en cuanto al Conicet (que financia a investigadores tanto en ciencias "duras" como "blandas") no tengo noticias de que vaya a haber ningún cambio.
Entiendo que cada uno mire las cosas desde su propia quintita, pero suele perderse de vista que hoy en día muchísimos proyectos necesitan ser encarados en forma multidisciplinaria. Por ejemplo, supongamos una comunidad de una provincia X que sufre problemas de falta de agua, degradación de suelos, falta de fuentes de trabajo con consecuencias de emigración, drogadicción y delitos entre los jóvenes, etc. Un proyecto integral que intente mejorar esa situación tiene necesariamente que involucrar una cooperación o una simbiosis (usando al título de tu post) entre especialistas en áreas técnicas
Y sociales.